Rubén Martín / El Economista, 19 marzo 2013
Ahora que se discute la reforma energética y la proposición del gobierno de Enrique Peña Nieto, avalada por los partidos que firman el Pacto por México (PRI, PRD y PAN), un tema central consiste en revisar el papel crucial que Petróleos Mexicanos tiene para el sostenimiento de las finanzas públicas.
Pemex aporta poco más un tercio del gasto público de la federación para cada año; únicamente entre 2001 y 2012 pagó impuestos por 6.4 billones de pesos, cifra superior a la deuda total del gobierno mexicano que es de 5.6 billones de pesos.
Únicamente en los dos sexenios panistas (2001-2012) Petróleos Mexicanos tuvo ventas acumuladas por 10.712 billones de pesos; sin embargo su balance es deficitario debido a que paga al fisco 53.4 por ciento de sus ventas de sus ventas totales (5.7 billones de pesos). De hecho, de las diez compañías petroleras más grandes del mundo, Pemex es la que más impuestos paga al fisco.
Debido a esta sangría fiscal, ahora se plantea que Pemex no tiene los recursos suficientes para su “modernización”, y para invertir en renovar tecnología, así como para emprender las tareas de exploración que le permitan encontrar nuevos yacimientos para compensar la producción petrolera declinante.